Gracias por venir. La revista española. VALLADOLID, ESPAÑA

 


La Sala Municipal de Exposiciones de La Pasión presenta la muestra ‘Gracias por venir. La revista española’, dedicada a la historia y los grandes nombres de este peculiar género escénico. Si no lo conoces, acércate y sumérgete en un universo de plumas, destellos y humor. Si lo recuerdas con nostalgia, ven y vuelve a disfrutar de aquellos momentos inolvidables. Los audios se pueden escuchar aquí.



La revista surgió de forma paralela al cosmopolitismo imperante en las grandes ciudades que como Paris, Londres, Berlin o Nueva York, hacia finales del siglo XIX, daban cabida a inmigrantes y extranjeros de todas las partes del mundo.

Su nacimiento no pretendía ser sino un espectáculo para el público internacional debido a que ese público, era el que más asiduamente llenaba los locales teatrales y sus viajes comenzaban a resultar frecuentes.


En Madrid, la revista, en opinión de algunos críticos, fue una clara importación francesa (como tantas otras cosas), pero por diversas causas, el género, si en su invención primera intentó igualar al modelo francés como parece, después derivó hacia otro tipo de espectáculo de cariz muy diverso, no sólo diferenciándose del tipo de revista francesa, sino también de cualquier clase de revista de tintes europeos en general.


La revista, como género teatral deshilvanado, vistoso, con alusiones a la actualidad social y política de la época, nació en España de la mano del escritor andaluz José María Gutiérrez de Alba, que vino de Sevilla a Madrid en 1864 trayendo consigo en la maleta el original de una obrita extraña titulada «1864-1865», obra sin apenas intriga, ni enredo, ni amores enajenados por una devastadora pasión... antes bien, se trataba de una mera excusa para poner en escena aquellos sucesos que habian sido relevantes para la sociedad madrileña de esos años; de tal forma que, sobre el proscenio aparecían, convertidos en personajes La Moda, La Danza, La Lotería, El Lujo...


En el otoño de 1866, concretamente el 23 de septiembre, Francisco Arderius representó en el Teatro de Variedades de Madrid con su compañía teatral el disparate cómico «El joven Telémaco», con libreto de Eduardo Blasco y una pegadiza y vibrante partitura obra del maestro José Rogel. Arderius, quien se había empapado en París de las operetas de Offembach a la par que de los espectáculos frívolos, ligeros y ocurrentes que se ponían en escena en la capital francesa, decidió llevar esta fórmula a la mentalidad española, creando para ello una compañía que se especializaría en llevar al proscenio una variada gama de obras de argumento ligero, decidió crear así su compañía Bufos Madrileños. Arderius decidió aderezar el libreto que Blasco le proporcionase con atractivas mujeres, algo que, sin lugar a dudas, atraería al público masculino. Asi nació la que puede considerarse como el primer antecedente de la revista frívola, esto es, por las pocas ambiciones que tenia: simplemente entretener y divertir al espectador.


LLEGA EL SIGLO XX LA REVISTA DE 1900 À 1919


Títulos, algunos de más valía que otros, que, sin lugar a dudas, confluyen en importante avance dentro del género: al público, cansado ya de obras que poseían argumentos más menos similares sin ápice de novedad, cada vez haciendo menos alusión a los acontecimientos que sucedían a alrededor, como medio de evasión.

El género chico paulatinamente va iniciando la decadencia como género ínfimo, variedades, opereta revista.

Fantástica explicación del guía Daniel, a las 20:00


La frivolidad va poco poco en aumento, el género chico esté más desfasado con los tiempos que antes, y se limita a la mera diversión, al chiste picante; bien aún tardará en desaparecer, pierde irremediablemente un público adepto y cansado de sus argumentos, tipos con planteamientos previsibles.

Esta decadencia adaptará múltiples formas; comedias europeos, operetas, variedades cuplé, quienes conquistarán teatros que tradicionalmente se dedicaban al género chico, zarzuela y dispondrán de multitud de salones específicos, mucho más adecuados a estas nuevas fórmulas del espectáculo. Ello provoca incluso un notable cambio en cuanto a la diferenciación del público, que, bien género chico acudían espectadores de todas clases sociales, desde 1900 se perfila una notable diversificación de los locales con espectáculos con miras a una clientela determinada.



Junto a ello, el género chico zarzuela  acabará triunfando plenamente dejando un pequeño espacio a los otros géneros. «Las corsarias» (1919) es la consagración del género obteniendo notabilísimo éxito que se mantendría en cartel durante bastante tiempo. A principios del siglo todas las grandes ciudades para la diversión tenían una avenida o un barrio. Si Paris Montmartre, Barcelona, era Paralelo. Estos lugares se acumulaban en cafés, teatros y cafés-concierto. Esta oferta lúdica atraía a miles de ciudadanos. Su viabilidad económica estaba garantizada por la numerosa asistencia de público.

Poco poco se consolidó como centro de espectáculos más importante, la ciudad de Barcelona, especialmente para las clases modestas. En parte gracias a la presencia del puerto, que garantizaba infinidad de visitantes de paso ansiosos por diversión después de días de navegación. Por otro lado, la proximidad de barrios de artesanos y obreros entonces llamado Barrio Chino el Poble-Sec). 

Salas de espectáculos eran: el Victoria, Cómico, Nuevo, Principal, Amau, Borris, Olimpia Molino, con espectáculos mucho más cosmopolitas que los ofrecidos en Madrid. En Barcelona, la revista tendrá carácter internacional basado en sketches humorísticos salpicados de atracciones o números musicales variados.


LA BELLE ÉPOQUE

Tras «Las corsarias», la evolución del género incide además en las formas europeas de la opereta que se trasplantan a nuestro país procedentes de las grandes capitales: París, Nueva York o Londres, principalmente, van a desembarcar en teatros como el Martín o Pavón de Madrid o el Principal Palace de Barcelona. Ahora las revistas poseerán una enorme relevancia, especialmente porque tanto el baile como la exhibición del elemento femenino van a constituir dos factores claves en sus diferentes puestas en escena. La figura principal del espectáculo durante estos años será, sin lugar a dudas, la vedette.


Es el momento de la llamada Belle Époque y, en 1920, «El principe Carnaval» de José Juan Cadenas en colaboración con Rafael Asensio Mas y música de los maestros José Serrano y Joaquín Valverde (hijo) marcará una desviación de la tradicional revista española e incluso en ella, aparecerá el primer desnudo integral de la historia del teatro español, y del género en particular, a cargo de Elena Cortesina, una bellísima mujer, según los cronistas de la época, que dejó lucir sus encantos en las tablas del Teatro Reina Victoria de Madrid.

En esta época, cuatro importantes productores, directores y autores surgen dotando a la revista de mayor lujo, suntuosidad, belleza y estilo propio: Fernando Bayés y Manuel Sugrañes en Barcelona y. ya en Madrid, José Juan Cadenas y Eulogio Velasco, un «as indiscutible dentro del negocio teatral, cuya fama había trascendido no sólo a la Península Ibérica sino además a los países de América latina.


En estos años, la revista se adueña, pues, de muchos escenarios nacionales: Reina Victoria, Romea, Eslava, Fuencarral, Pavón, Maravillas, Calderón, Alcázar... y mientras en Madrid goza de gran fervor la revista de corte más popular, con ligero argumento, picante, divertida, castiza, atrevida, sin gran espectacularidad, en Barcelona ésta posee otro estilo más internacional: sin argumentos y con más números cómicos dando paso a espectaculares melodías.


REPUBLICA Y GUERRA

Durante el periodo comprendido desde 1931 a 1939, la revista va a ocupar un lugar de privilegio en la vida política y cultural del pais durante los años de la Ilª República española asimilando los nuevos cambios politicos por los atravesaba el pais.

Triunfan ahora vedettes como Laura Pinillos, Conchita Constanzo, Margarita Carvajal, Isabelita Nájera, Celia Gámez, Blanca Pozas... y cómicos como Luis Bori, Vicente Aparici, Faustino Bretaño, Mariano Ozores, Miguel Ligero, José Álvarez «Lepes...

La llegada del cine sonoro en 1927 con «The jazz singer» va a tener un papel decisivo en la revista puesto que, gracias a los primeros musicales, nos acercaremos al mágico mundo de Broadway, Busby Berkley y The Ziegfeld Follies intentando incorporar al musical español los ritmos que triunfaban en París y Nueva York. Trabajan en el género músicos como Alonso, Guerrero, Montorio, Rosillo, Martinez Mollá, Padilla, Luna y libretistas como Enrique Paradas, Joaquín Jiménez, Joaquín Vela, Enrique Sierra, José L. Campúa, Francisco Lozano, Eduardo Mariño, Muñoz Román, González del Castillo... y asi hasta llegar al año 1931.

Durante este período, la revista va a vivir momentos de auténtico paroxismo al estrenarse títulos emblemáticos como «Las leandras en 1931 o «Las de Villadiegos en 1933; además, la libre exhibición de desnudos sobre el escenario, las libertades otorgadas por los políticos en muchos ámbitos de la sociedad y de la cultura, van a quedar patentes en muchos argumentos de las revistas al tratar temas como el divorcio, la libertad de la mujer, el derecho al voto y a la profesionalización de ésta, etc.

Además, la renovación de la escena española proclamada por la segunda República al acercar la cultura teatral a una clase social que había estado permanentemente alejada de los escenarios, reservados casi exclusivamente para una burguesía complaciente que consideraba el teatro más como un pasatiempo que como una manifestación artística, va a motivar que la revista sea uno de los géneros fundamentales durante esta época.



La revista continuó siendo, durante los tres años que duró el conflicto bélico, uno de los géneros preferidos por parte del público madrileño y español ya que veía en estos espectáculos una válvula de escape para olvidar la acuciante realidad que les circundaba. Ast, junto a la reposición de éxitos como "Las leandras» o «La pipa de oro, se estrenan algunos títulos nuevos, pocos, pero que, aún asi, conseguirían deleitar a su público fiel. Durante los años que dura el conflicto bélico, las compañías que cultivan el género frívolo, se agrupan en torno a las denominadas cooperativas de revistas, en donde absolutamente todos los miembros que las componían, cobraban el mismo sueldo debido a la unificación de la remuneración económica promovida por los estatutos de los sindicatos de la época, CNT y UGT.


ÉPOCAS DORADAS (II) LOS AÑOS 50

Así, y, con el transcurrir de los años, nos adentramos ya en la segunda década dorada del género, los cincuenta, en donde muchos autores consagrados en otras lides como Pablo Sorozábal o Federico Moreno Torroba, ponen sus conocimientos musicales al servicio del teatro frívolo. Y, nuevamente, surgen más estrellas en el firmamento olímpico de la revista: Mari Luz Real, Esperanza Roy, Licia Calderón, Addy Ventura, Tania Doris, Lina Morgan, Virginia de Matos, Concha Velasco, Queta Claver, Irene y Raquel Daina, etc.

En Barcelona, el cuarteto formado por Alady, Carmen de Lirio, Mary Santpere y Antonio Amaya hacen estallar al público catalán que puebla teatros como el Victoria, Cómico o Apolo.


Los años cincuenta, vuelven a estar caracterizados por la enorme pléyade de títulos que invaden las carteleras de los teatros españoles... «La hechicera en palacio» (1950) y su mítica fado-marchiña «Estudiantina portuguesa», «Tentación» (1951) con la exuberante cubana María de los Ángeles Santana entonando el bolero homónimo a que daba título la obra cubierta tan sólo con una piel, «¡A vivir del cuento!» (1952), «Metidos en harina» (1953), «Ana María» (1954), un nuevo sainete musical con letra de Muñoz Román y una inspiradísima partitura del maestro Padilla compuesta expresamente para la ocasión para el mayor realce de la gran vedette que por entonces comenzaba a despuntar, Queta Claver. «Dos Virginias» (1955), «Mujeres o diosas» (1955), el último gran «boom» de Celia Gámez con «El águila de fuego» (1956), «La chacha, Rodriguez y su padre» (1956) nuevamente con Queta Claver, «ITócame, Roque!» (1958), «S.E., la embajadora» (1958)...


iiLLEGAN LOS PORTÁTILES!!

Frente a los teatros denominados «estables», entiéndanse como tal aquellos que se refieren a un edificio arquitectónico con todos los requisitos subsiguientes que ello conlleva, surgieron los denominados teatros portátiles» o ambulantes (también denominados «carpas». o <«<chinos») para satisfacer a todos los espectadores que no podían presenciar una función en las grandes ciudades. Estos llegaban a los lugares donde las grandes compañías no podían ofrecer su espectáculo y recorrieron durante muchos años, las ferias y fiestas de todos los pueblos de España.


El fenómeno de las compañías ambulantes tuvo su punto más álgido durante la posguerra española mediante los denominados teatros o carpas portátiles puesto que, gracias a ellos, las compañías recorrían los barrios de las capitales y pueblos donde escaseaba o era nula la temporada teatral.

Surgen asi, en nuestro país míticas carpas ambulantes como la comandada por el artista circense de origen chino, Chen Tse-Ping junto a su mujer, la charivari del Circo Price madrileño, Manuela Fernández Pérez, «Manolita Chen», cuyo nombre artístico coronaria el más celebrado de los teatros portátiles de variedades: el Teatro Chino de Manolita Chen, desde finales de los años 40 y hasta finales de los 80.

Chen Tse-Ping y Manolita recorrerían buena parte de la geografía nacional y a la sombra de su extraordinario éxito surgieron otra serie de teatros portátiles como el Teatro Chino de Antonio Encinas, cuyo nombre se debía al hecho de que no haber registrado Chen Tse-Ping en del titular de su teatro; el Radio-Teatro de Salvador Hervás, posteriormente reconvertido en el Teatro Lido que regentaban Pepita Hervás; el Teatro Apolo, pariente cercano del Teatro Chino, el exitoso Teatro Argentino, que poseía dos carpas, y bajo cuya lona pudimos aplaudir a Pola Cunard cantando los éxitos de Celia Gámez; el Teatro Capri, Teatro-Cine Farrusini, Teatro-Circo Cirujeda, palacio de madera y lana que hizo las delicias de múltiples niños que acudían atraidos, indudablemente, por los payasos que solian animar al público delante de su fachada: Teatro-Circo Estambul, El Teatro-Circo Hermanos Segura. Teatro-Circo Holanda, Teatro Montecarlo, Teatro Sacla Monumental, Teatro Mundial, Teatro Olimpia, Teatro portátil Bretón, Teatro Principe, Teatro Rex Condal...


COMIENZA LA DECADENCIA. LOS ANOS 60

En los sesenta y, gracias al aperturismo que la censura deja entrever, aunque de soslayo, vuelve a los escenarios «Las leandras», aunque con un nuevo titulo y adaptada a los nuevos tiempos: «Mami, llévame al colegio» (1964).



Celia volvió nuevamente a dar una clase magistral de cómo habían de cantarse el «Pichi» y «Los nardos». Y el público lo supo agradecer emocionado recordando un esplendoroso y nostálgico pasado.

Será en esta época, en donde el género vaya paulatinamente en declive; ya no sólo por el cambio en los gustos del público, saturado de tanto espectáculo de corte frívolo (recordemos, no obstante, que, de gira por España, había más de una veintena de compañías de revistas) sino además, por la desaparición de los grandes compositores: Alonso y Guerrero, fundamentalmente, aparte de los libretistas más afamados y graciosos: González del Castillo, Lozano, Arroyo, Muñoz Román, quien vive sus últimos éxitos. Pero también contribuye a aumentar la decadencia de la revista la aparición de la televisión a finales de la década anterior. Ahora los espectadores pueden contemplar espacios dramáticos que como «Estudio 1 o «Novelas mantienen en vilo al público sin necesidad de desplazarse de su hogar y comprar una entrada. Igualmente, las distintas retransmisiones de eventos deportivos o taurinos, así como las teleseries americanas («Bonanza», «Los invasores», «El fugitivo», «El virginiano»...), los ciclos de películas clásicas, los programas musicales y de variedades, todos ellos contemplados cómodamente desde el sillón de casa, van a provocar un paulatino descenso de público a las representaciones teatrales. También, la entrada en los distintos Planes de Desarrollo promovidos por el Gobierno franquista, la llegada de turistas extranjeros (muchos del sexo femenino procedentes de Suecia, Gran Bretaña o Noruega) van a provocar que los clásicos elementos que caracterizaban a la revista hasta entonces vayan paulatinamente decreciendo a favor de las elevadas dosis de chabacanería y procacidades, al menos, hasta donde la censura permitía.

Los años sesenta son, además, la época en que, debido al agotamiento argumental y musical de muchos autores, comienzan a hacerse recopilaciones de antiguos éxitos, caso, sin it más lejos de «La estrella trae cola (1960) en donde Celia Gámez pone en escena algunos de los números musicales que la hicieron famosa...


LOS ULTIMOS ANOS. DE LOS 70 AL SIGLO XXI

Con la paulatina desaparición de la censura en la década de los setenta, los espectáculos frívolos y de variedades van a experimentar un cambio radical en sus puestas en escena. Es la época del "destape». Ahora las vedettes y vicetiples aparecerán mostrando buena parte de su bien formada anatomía: los argumentos de las obras, a pesar de tener planteamientos muy previsibles, aún despertarán en el asiduo espectador la carcajada mientras que, musicalmente, se suela recurrir con cierta frecuencia a los éxitos del pasado; pero, aún así, se siguen representando en las carteleras madrileñas múltiples títulos y más y más compañías de revistas


La llegada de la tan ansiada democracia a nuestro país provoca que múltiples libretistas compongan espectáculos en los que se haga referencia a este sistema politico a base de chistes fáciles y melodías sencillas que rápidamente desaparecen por su escasa o nula calidad artística. En la década de los ochenta, pocos son ya los artifices del género que siguen cultivándolo, aunque, aún así, haya compositores como Fernando Gª Morcillo o Gregorio Gª Segura, ambos los más fecundos de la década, que continúan en la brecha junto a libretistas como Manolo Baz, Enrique Bariego, Adrian Ortega, Mariano Ozores o Andrés Pajares y Fernando Esteso en sus propios espectáculos cómico-musicales, muchas veces más cercanos al cabaret que a la auténtica revista española.

Durante esos años y en sucesivas décadas, va a surgir un nuevo tipo de revista, más breve y con escasas ilustraciones musicales aunque si coreografías de ballets, que se representará en salas de fiestas, casinos, locales de ambiente gay y cafes-teatros.

La crisis en el teatro de variedades se agudizó debido a los elevados costes de producción de la revista. Por otro lado, el empobrecimiento en la espectacularidad de los montajes, en la creatividad de los argumentos y composiciones musicales, además de la falta de actores preparados para trabajar en un género tan difícil, convirtieron a la comedia musical y a la revista en un reducto para nostálgicos. los modernos y unos cuantos activistas culturales que reivindicaron la recuperación de un espectáculo en vías de extinción.

Los gustos del público, con la llegada de la tan esperada democracia han cambiado. Ya no interesa la frivolidad, lo prohibido, y una mujer desnuda no crea en el espectador la misma expectación que creaba en los años cincuenta o sesenta. Junto a ello, la desaparición de los grandes compositores y libretistas del género, el elevado coste de estas producciones, la carencia de grandes vedettes y cómicos, aunque continúen vigentes actores como Juanito Navarro, Alfonso Lusson, Antonio Ozores, Andrés Pajares, Fernando Esteso, Ángel de Andrés, Zori y Santos, Quique Camoiras.... van a ser los factores fundamentales que obliguen a la casi completa extinción del género.

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