Casa Batlló. BARCELONA

Seguro que has escuchado hablar de la “manzana de la discordia” de Barcelona, en el famoso Paseo de Gracia nº 43, entre Consejo de Ciento y Aragón. Allí conviven tres edificios de los tres mayores arquitectos del modernismo catalán: Puig i Cadafalch, Domènech i Montaner y Gaudí. 

Primero se construyó la 👉Casa Amatller en 1898, después la 👉Casa Lleó Morera, entre 1902 y 1905 y por último la espectacular obra arquitectónica de la 👉Casa Batlló, entre 1904 y 1906. La tercera en discordia, que siendo la construcción más espectacular, desde mi punto de vista, no ganó el  concurso anual de edificios artísticos de la ciudad de Barcelona, en 1907, que dejo como triunfador al Colegio Condal, de Bonaventura Bassegoda i Amigó.

La Casa Batlló es uno de los edificios más conocidos, icono de la ciudad de Barcelona. Su fachada se construyó de arenisca y luego fue revestida con un mosaico vítreo en rica policromía, también llamado trencadís. Una característica de las obras de Gaudí era evitar todo tipo de líneas rectas, por lo que la fachada de la primera planta fue tallada de forma irregular, y la parte superior de las ventanas, construida de forma ovalada. Esta superficie ondulante da  una mayor riqueza de matices y  permite un uniforme reflejo del sol. Los balcones de las plantas más bajas tienen pilares en forma ósea, y los de las plantas más altas tienen formas onduladas ascendentes y algunos detalles en forma de calavera. Estas características óseas le han concedido el nombre popular de Casa de los Huesos, y debido a la forma ovalada de las ventanas de la primera planta, se le conoce también como Casa de los bostezos

El techo del edificio presenta ondulaciones con relieve, por lo que se le compara con la piel de un reptil. De acuerdo a algunos estudiosos de la arquitectura de Gaudí, el techo representa un dragón, y la pequeña torre con la cruz representan la espada de San Jorge clavada en el dragón. Los huesos y calaveras de la fachada representan todas las víctimas del dragón. En la parte izquierda del techo hay una torre cilíndrica con los anagramas de Jesús, María y José, y con la típica cruz gaudiniana de cuatro brazos .El interior de la casa es tan fascinante como el exterior. Como es su estilo, Gaudí nuevamente evita el uso de líneas rectas o figuras simétricas, y recurre a los relieves y ondulaciones. Al igual que en La Casa Milà, otra de sus obras que ya visitamos, presta mucha atención en el diseño de las puertas de madera, ventanas de mosaicos, azulejos de colores y una chimenea forjada.



La gran tribuna del salón principal de la planta noble, mirando hacia el Paseo de Gracia se compone de ventanas de madera que se accionan de subida y bajada mediante contrapesos, con la particularidad de que no hay jambas ni montantes, de manera que es posible levantar todas las cristaleras y tener una abertura corrida, panorámica, por todo lo ancho del salón. 

El 15 de julio de 2005 la Casa Batlló fue inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial dentro del conjunto de siete edificios que, desde entonces, ha sido llamado “Obras de Antonio Gaudí”. Ese hecho marcó un hito en la historia de este edificio y elevó aún más los estándares de calidad en la conservación y gestión de este bien patrimonial, cuya protección se convertía, desde entonces, en un asunto de interés internacional. 

 


Contexto de la Barcelona del momento

A finales del siglo XIX, Barcelona es una de las ciudades europeas con mayor potencial, debido en gran parte a la organización de la Primera Exposición Universal de España en 1888. Con motivo de este suceso, Barcelona realiza una serie de proyectos para construir edificios y realizar otros cambios urbanísticos, impulsando así el crecimiento económico. Es un momento muy activo en el que se produce una evolución cultural y la renovación de los valores catalanes a través del movimiento denominado “Renaixença”. 

Surgió así una burguesía, compuesta por los empresarios más adinerados, que deseaba tener una nueva vivienda en la zona más popular de la ciudad donde se encontraban todas las tiendas de lujo, el Paseo de Gracia. Es en este momento de esplendor económico donde debemos situar la figura de Antoni Gaudí. 

 


Antoni Gaudí 

Antoni Gaudí nació en Riudoms, en el Mas de la Calderera, una pequeña población cercana a Reus, el 25 de junio de 1852.  

Desde muy joven se fijó en la labor manual de los obreros que trabajaban el metal en la fundición de su padre. No fue un alumno brillante, pero sí imaginativo. A los quince años intentó promover junto a unos amigos un plan de rehabilitación del Monasterio de Poblet. En 1868, Gaudí se traslada a Barcelona junto a su familia y estudia asignaturas de ciencias como la geometría y la mecánica. Finalmente, en 1874, Gaudí se matricula en la Escuela de Arquitectura. Ahí tuvo la oportunidad de estudiar y de consultar los fondos de la biblioteca donde aprendió y vio la obra de Viollet-le-Duc, Ruskin y Haeckel. Además pudo estudiar los tratados de arquitectura que se había escrito de lugares remotos. 

El éxito de sus primeras obras y saber moverse por los círculos burgueses de la época, propició a Gaudí una serie de obras que por su originalidad serían conocidas universalmente. Destaca por su genio creativo dentro del Modernismo arquitectónico. En sus obras se puede contemplar elementos de modernidad basados en la racionalidad más evidente. Gaudí se inspira en la naturaleza y aporta soluciones inéditas que rompen los moldes habituales de todas las épocas. Entre sus obras constan la Casa Vicens (1883-1888), los Pabellones Güell (1884-1887), Palacio Episcopal de Astorga (1889-1893), y su gran obra inacabada la Sagrada Familia iniciada en 1883. La obra gaudiniana, con su peculiar recreación del gótico y su utilización de las formas curvas y dinámicas, se distinguió igualmente por la aplicación de técnicas decorativas artesanales en vidrieras y forjas de hierro y por el singular empleo de los mosaicos y fragmentos de cerámicas de colores. 

 


Historia de la Casa Batlló 

El Ayuntamiento de Barcelona en 1841 convocó un concurso para ensanchar la ciudad más allá de las antiguas murallas. En 1860 el gobierno central, tras el estudio de diversas propuestas, aprobó el proyecto del ingeniero y urbanista Ildefons Cerdà, para que se ensanchara la ciudad según una estructura de cuadrículas, hoy conocidas como l’Eixample. A esta nueva reforma se le llamó Plan Cerdà. 

Con el desarrollo del Plan Cerdà,el Paseo de Gracia se perfila como eje principal en la urbanización del ensanche y es aquí donde comienzan a construir sus casas y a vivir las familias más ricas e importantes de la ciudad. 

Este edificio fue originalmente construido por Emilio Sala Cortés (1841-1920) en 1877 pero con normas impersonales de la época. Más tarde, en el año 1903, fue adquirido por Josep Batlló y Casanovas, el cual pidió al Ayuntamiento un permiso para derribarlo. 

Sin embargo, el propósito no se llevó a cabo gracias a la propuesta de Antoni Gaudí, desde entonces contratado por Josep Batlló para reformar la vivienda, recomendado por su amigo Pedro Milá. En mayo de 1904, Batlló solicitó al Ayuntamiento construir sótanos y cubrir bajos interiores. El 7 de noviembre expone claramente que ha desistido del derribo y desea construir los sótanos, reformar las cinco plantas que tenía y elevar un quinto piso, con habitaciones de servicio en el terrado. El piso principal tenía que ser la vivienda del señor Batlló y su familia, las otras cuatro plantas se dividirían en dos pisos cada una. 

 


Fuera de lógica

Por otra parte, es necesario destacar las dos fachadas, ya que se trataba de la reforma de una casa existente, de características normales, a la que se pretendía dotar de una fachada vistosa, acorde con los gustos del momento. 

Gaudí, para retirar la monotonía del conjunto, convirtió la planta baja en cinco arcuaciones de piedra, una gran tribuna en todo lo ancho del principal, que por los extremos se prolonga al piso superior, terminando en balcones del tercer piso con ostensible balaustrada. 

Es sin duda una de las piezas más representativas del modernismo catalán, que elevó la figura de Gaudí a la de genio universal, una obra de arte que no dejará indiferente al visitante y que merece la pena visitar, incluso con el elevado coste de la entrada.  

Para más información se puede visitar a Barcelona Turisme o www.visitbarcelona.com


Por Noelia Vela y David Sanchez

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