Torre de la catedral. VALLADOLID

Una visita guiada imprescindible en Valladolid, por lo que se disfruta, si uno es de los que prefiere pagar por sensaciones que por posesiones.




Una muy buena compañía puede ser el libro "La buena moza".

El campanero es la persona que hace sonar las campanas. El oficio, de origen medieval, era desempeñado por gente de clase baja. Trabajo duro y riguroso, con la responsabilidad de marcar el ritmo de trabajo y descanso, y también la división de los rezos y plegarias. El campanero se encargaba de los toques, repiques y volteos, pero también revisaba el estado de las ataduras de los badajos, o de las correas del volteo de las campanas. Solían vivir en la torre o en alguna dependencia anexa. A su muerte eran sustituidos por un miembro de su familia.

Con la carestía de vida, la subida de los salarios, y el alto costo de los seguros (por la peligrosidad que significaba el acceso a los cuerpos de campanas por unas escaleras cada vez más inestables) se hizo insoportable para las arcas catedralicias. El cabildo llega a un punto en que se ve obligado a electrificar las campanas.

En Valladolid, en el Acta de 7 -X-1920 queda escrito lo siguiente: "El Sr. Fabriquero propone al Excmo. Cabildo un seguro de accidentes de trabajo con un 4% de prime sobre el sueldo anual a favor del mozo de sacristía, pertiguero, campanero y perrero con el que se mostró conforme el Excmo. Cabildo".

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús toma fuerza tras su consagración en 1919, y concretamente en Valladolid por ser el lugar de origen de la misma tras las visiones del padre Bernardo Hoyos en 1733, que tras comulgar, recibió la llamada Revelación de la Gran Promesa:

"Dióseme a entender que no se me daban a gustar las riquezas de este Corazón para mi sólo, sino para que por mi las gustasen otros. Pedí a toda la Santísima Trinidad la consecución de nuestros deseos, y pidiendo esta fiesta en especialidad para España, en que ni aun memoria parece hay de ella, me dijo Jesús: "Reinaré en España, y con más veneración que en otras muchas partes"".

El arzobispo Remigio Gandásegui y Gorrochátegui promueve una colecta popular para la construcción del Sagrado Corazón. La estatua se encarga al escultor gaditano Ramón Núñez que se encontraba en Valladolid desde 1911 ocupando la cátedra de modelado en la Escuela de Bellas Artes.

Realiza boceto en barro a partir del cual realiza la escultura en hormigón armado de 10 cm de espesor y hueca al interior, con una altura de 8 metros. Se coloca sobre un pedestal de 1,5 metros de alto. La soporta una armadura de hierro que se ubica en el interior de la cúpula. Esta estructura  se realizó en los talleres de fundición Gabilondo, de Valladolid.

Se inaugura el 24 de junio de 1923. El arzobispo dijo misa desde lo alto de la torre en la terraza, engalanada para la ocasión con guirnaldas y flores. Se contabilizaron unas 100.000 personas que se congregaron en las calles de los alrededores, como asi reza la placa exterior. En 1924 el electricista Manuel Rodriguez coloca el pararrayos.

Jesús se representa con un manto y túnica ceñida por un cinto. Las manos sobre el pecho enmarcan el corazón llameante rodeado con la corona de espinas

El Cristo es conocido por diversos y curiosos sobrenombres como El vigilante, El farero, El suicida, El Estudiante o El Buen Mozo, en contraposición a que la torre caída se la denominaba popularmente "La Buena Moza".

La palabra matraca procede del árabe mitraqa que significa martillo, y de táraq que significa golpear.

Es un instrumento musical de percusión idiófono percutido que, según su morfología, puede ser de tipo simple o compuesto. Consta de un cuerpo de madera al que se unen unos martilletes móviles de madera o metal que golpean dicho cuerpo de madera. Puede tener un asa en el caso de las matracas portátiles. Hay también matracas de campanario, que tienen varios cuerpos de madera y se accionan con una manivela.

Las matracas, junto con las carracas, tablillas, simandras y otros objetos "ruidófonos", eran utilizados durante el desaparecido oficio religioso de las Tinieblas de Semana Santa dada la prohibición de utilizar campanas en esta época.

El rito de las Tinieblas comenzaba con el encendido de las velas del tenebrario, (candelabro triangular de quince velas, siete a cada lado y una en el vértice). Llegado el momento preciso, las velas se iban apagando hasta llegar a la del vértice superior, la vela Maria, representación de Jesucristo, luz del mundo. Al terminar la antifona del Benedictus, y cuando se empezaba a cantar el Christus factus est, dicha vela, siempre encendida, se ocultaba detrás del altar y con el templo absolutamente a oscuras los fieles hacían "un poco de ruido, que significa la confusión que hubo a la muerte de Cristo" según Diego Uña en su Liturgia de la Iglesia(1941).







Por:  David Sanchez

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