El Museo Casa de las Mil Muñecas: un viaje emotivo y cultural en la Ciudad de México. MÉXICO 2024



Al cruzar el umbral del Museo La Casa de las Mil Muñecas en la Ciudad de México, los visitantes se encuentran con una experiencia única, que comienza con un conmovedor video del programa de éxito "El hormiguero". Este cortometraje sensibiliza al público, preparándolo para observar las muñecas expuestas con una perspectiva diferente, más profunda y empática. A través de la magia de la televisión, se invita a reflexionar sobre el papel que las muñecas han desempeñado en la historia, la cultura y las vidas personales, estableciendo un vínculo emocional con estas pequeñas figuras que, a lo largo de los siglos, han sido compañeras silenciosas de innumerables generaciones.


Historia del edificio: un vestigio del pasado

El edificio que alberga el museo es una joya arquitectónica de finales del siglo XIX. Originalmente construido como una elegante residencia, su arquitectura refleja las influencias del estilo porfiriano, con detalles ornamentales y una estructura sólida que ha resistido el paso del tiempo. A lo largo de los años, la casa ha tenido múltiples funciones, pero fue en la década de 1990 cuando se decidió transformarla en un museo dedicado a las muñecas, preservando así su legado cultural y arquitectónico.


La idea de convertir la casa en un museo surgió de un grupo de historiadores y coleccionistas apasionados por las muñecas y los juguetes antiguos. Su objetivo era crear un espacio que no solo exhibiera estos objetos, sino que también contara las historias de las personas y culturas que los crearon. De esta manera, el museo se ha convertido en un lugar donde la historia y la nostalgia se entrelazan, ofreciendo una experiencia educativa y emotiva para visitantes de todas las edades.


Las muñecas en la historia y la cultura mexicana

En las salas del museo, se puede apreciar una rica colección que abarca diferentes épocas y estilos de muñecas. Desde las europeas de madera, papel maché y cera, populares entre las niñas españolas durante la época colonial, hasta las muñecas de cartonería utilizadas en las celebraciones religiosas mexicanas, cada pieza cuenta una historia fascinante. Las pinturas de niñas de la época colonial, que se encuentran en el museo, muestran cómo las muñecas eran un símbolo de estatus y moda, reflejando las influencias europeas en la Nueva España.


Aunque no se sabe con certeza si existieron muñecas en la época prehispánica, los hallazgos arqueológicos de figuras en sitios ceremoniales sugieren que los antiguos pueblos de México también utilizaban figuras antropomorfas, posiblemente con fines rituales más que lúdicos. Esta ambigüedad histórica añade un aire de misterio a la colección, invitando a los visitantes a imaginar las vidas de los niños y niñas en tiempos pasados.


El siglo XIX: costumbrismo y figuras populares

El siglo XIX fue una época de cambios y contrastes en México, y esto se refleja en las figuras costumbristas que también forman parte de la colección del museo. Estas figuras, que representan a personajes típicos de la vida diaria, como el catrín, el gendarme, la china poblana y el aguador, ofrecen una ventana a la vida cotidiana de la época. Estas pequeñas esculturas no solo eran juguetes, sino también una forma de documentar y preservar las costumbres y modas de la sociedad mexicana.

Las figuras de la época también capturan la diversidad social y cultural de México, incluyendo representaciones de diferentes clases sociales, profesiones y tipos de personas que eran comunes en las calles de las ciudades mexicanas. Estas figuras, muchas de ellas realizadas en materiales como la madera y la cerámica, destacan por su atención al detalle y su capacidad para evocar el espíritu de una época pasada.


Xochimilco y la evolución de las tradiciones mexicanas

El museo también ofrece una mirada a las tradiciones que han evolucionado en México a lo largo de los siglos, como el caso de las trajineras de Xochimilco. Originalmente utilizadas como medio de transporte en los canales, estas embarcaciones se transformaron en un símbolo de recreación y celebración durante el gobierno de Porfirio Díaz. La película "María Candelaria" de 1943, que destacó la belleza de los canales y trajineras, atrajo a numerosos visitantes y marcó el comienzo de una nueva era para Xochimilco.

La adaptación de las trajineras para incluir techos, bancos y barandillas, en respuesta a las demandas de los elegantes catrines de la Ciudad de México, muestra cómo las tradiciones se adaptan y evolucionan con el tiempo. La inclusión de arcos de flores en las trajineras y la práctica de escribir nombres de mujeres en ellas, según la leyenda, comenzó con un catrín que quiso pedir la mano de su novia, creando una tradición que perdura hasta hoy.


Haciendas y la vida rural en la época virreinal

Otra de las secciones del museo está dedicada a las haciendas, que fueron pilares de la economía rural durante la época virreinal en México. Estas grandes propiedades, que surgieron a partir de 1535, eran centros de producción agrícola y ganadera, con edificios que reflejaban la arquitectura colonial, caracterizada por fachadas simples y jardines extensos. Las habitaciones se disponían alrededor de un patio central, lo que daba a las haciendas un aire de comunidad y autarquía.

En el museo, se pueden encontrar miniaturas que representan escenas de la vida en estas haciendas, desde la producción de textiles hasta la cría de ganado. Estas miniaturas no solo son un testimonio de la creatividad y habilidad de los artesanos mexicanos, sino también una herramienta educativa que ayuda a los visitantes a comprender la importancia histórica y cultural de las haciendas en el desarrollo de México.


Títeres y marionetas: un arte popular

Los títeres y marionetas, cuya historia en México se remonta a la época colonial, también ocupan un lugar especial en el museo. Estas figuras, que fueron una forma popular de entretenimiento en el siglo XIX, ofrecían espectáculos ligeros y accesibles para personas de todas las clases sociales. Las marionetas, controladas por hilos desde arriba, y los títeres, movidos como guantes por el titiritero, eran protagonistas de obras que abarcaban desde leyendas populares hasta eventos históricos y temas morales.

El teatro de marionetas Rosete Aranda, fundado en 1835 en Huamantla, Tlaxcala, es uno de los ejemplos más destacados de este arte popular. Las funciones de marionetas, que solían tener lugar en mercados, plazas públicas y atrios de iglesias, eran una forma de llevar la cultura y el entretenimiento a la gente común, y su popularidad continuó hasta bien entrado el siglo XX, con la creación del Teatro Guiñol de Bellas Artes en 1932.


La historia de la miniatura en México

La tradición de la miniatura en México es una de las más fascinantes y menos reconocidas en la historia del arte popular. Según la tradición oral, en un convento de la Ciudad de México, las monjas con tiempo libre comenzaron a vestir pulgas, una actividad que rápidamente captó la atención de la población. Este curioso pasatiempo se convirtió en una forma de sustento para las monjas y los artesanos locales, que comenzaron a producir miniaturas para satisfacer la creciente demanda.

Las miniaturas mexicanas, muchas de las cuales se encuentran en la colección del museo, son un prodigio de creatividad y habilidad manual. Desde juguetes diminutos hasta representaciones de escenas cotidianas, estas piezas no solo son un testimonio del ingenio de los artesanos mexicanos, sino también un reflejo de la vida y las costumbres del país. Desafortunadamente, la falta de reconocimiento y remuneración para estos artistas ha llevado a la desaparición gradual de esta tradición, haciendo que las piezas que se conservan sean aún más valiosas y dignas de admiración.





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