Nan Goldin en Berlín.
This Will Not End Well: Nan Goldin ilumina la Neue Nationalgalerie con su verdad cruda y tierna
Desde el 23 de noviembre de 2024 hasta el 6 de abril de 2025, la Neue Nationalgalerie de Berlín se transforma en un pueblo de emociones, un espacio donde la fotógrafa estadounidense Nan Goldin despliega su vida y su arte en una retrospectiva histórica titulada This Will Not End Well. Es la primera vez que Alemania acoge una visión tan completa de su obra, un viaje visceral a través de seis instalaciones diseñadas como edificios únicos por la arquitecta Hala Wardé, colaboradora habitual de Goldin. “Siempre quise ser cineasta. Mis proyecciones son películas hechas de imágenes fijas”, dice Goldin, y en esta exposición, su visión cinematográfica cobra vida, tejiendo un tapiz de amor, pérdida y resistencia.
Un pueblo de recuerdos y revelaciones
La muestra se compone de seis piezas clave que abarcan más de cuatro décadas de creación: The Ballad of Sexual Dependency (1981-2022), su obra maestra sobre la intimidad y la dependencia; The Other Side (1992-2021), un homenaje a sus amigos trans fotografiados entre 1972 y 2010; Sisters, Saints and Sibyls (2004-2022), un testimonio del trauma familiar y el suicidio; Fire Leap (2010-2022), una exploración del mundo infantil; Memory Lost (2019-2021), un viaje claustrofóbico por la abstinencia de drogas; y Sirens (2019-2020), una inmersión en el éxtasis químico. Cada edificio responde a la esencia de su pieza, formando un “pueblo” que invita a los visitantes a recorrerlo con un boleto de entrada por franjas horarias —un detalle práctico que asegura una experiencia íntima, incluso en los horarios extendidos de viernes y sábado (10:00 a 20:00) entre el 13 de diciembre de 2024 y el 28 de febrero de 2025.
Goldin (Washington D.C., 1953) es una de las artistas más influyentes de nuestro tiempo, una cronista de lo humano que ha marcado generaciones con su lente. Su obra no teme desnudar la vida: sexo, violencia doméstica, adicción, el impacto del sida y la lucha por la identidad se entrelazan con una ternura cruda que desarma. “Es un título oscuro, pero lleno de humor irónico y calidez”, señala Fredrik Liew, curador de la retrospectiva, refiriéndose a This Will Not End Well. Es una afirmación de la irreductible alegría de vivir de Goldin, incluso frente a la adversidad.
La esencia de una generación
El núcleo de su práctica artística son las proyecciones (slideshows), una forma que comenzó a explorar alrededor de 1980 en clubes y cines underground de Nueva York y Europa. Con múltiples proyectores y bandas sonoras eclécticas, Goldin reeditaba sus obras constantemente, convirtiéndolas en documentos vivos de su círculo bohemio: desde Provincetown hasta el Lower East Side, Berlín y Londres. The Ballad of Sexual Dependency, proyectada por primera vez en 1982 en el cine Arsenal de Berlín, captura esa libertad previa al sida, un mundo alternativo fuera de las normas. A lo largo de 40 años, ha creado una docena de estas proyecciones, incorporando videos, voces y archivos que amplifican su narrativa.
Goldin no solo registra; confronta. En 2017, fundó P.A.I.N. (Prescription Addiction Intervention Now), un grupo activista que responsabiliza a la familia Sackler por la crisis de opioides en Estados Unidos. Su presión ha llevado a museos como el Louvre y el Met a borrar el nombre Sackler de sus paredes, un logro que resuena en Memory Lost, una pieza que explora las sombras de la adicción con una intensidad casi asfixiante. Su influencia trasciende el arte: la fotografía de moda y publicidad actual debe mucho a sus paradigmas visuales revolucionarios.
Berlín: Un hogar para el alma de Goldin
La relación de Nan Goldin con Berlín es profunda y personal. “Los mejores años de mi vida fueron aquí en Berlín”, confesó en 2010. “No lo digo a la ligera. He buscado un hogar toda mi vida, y el único lugar donde me siento yo misma, cómoda y con amor real por mis amigos es Berlín”. Todo comenzó en 1982, cuando el Arsenal proyectó The Ballad. En 1991, una beca DAAD la trajo a la ciudad, y desde entonces ha regresado una y otra vez. Esta retrospectiva en la Neue Nationalgalerie no es solo una exhibición; es un reencuentro con una ciudad que la abrazó y la inspiró.
Un recorrido internacional y un legado impreso
This Will Not End Well es parte de una gira internacional que arrancó en el Moderna Museet de Estocolmo (2022-2023), pasó por el Stedelijk Museum de Ámsterdam (2023-2024) y ahora aterriza en Berlín hasta abril de 2025. Seguirá su camino al Pirelli HangarBicocca de Milán (octubre 2025-febrero 2026) y al Grand Palais de París (marzo-junio 2026). Acompañando la muestra, se publica un catálogo de 216 páginas con 140 imágenes y textos de autores como Vince Aletti, Roni Horn y Patrick Radden Keefe, editado por Steidl Verlag. Además, una edición limitada de nueve volúmenes recoge todas sus proyecciones, un tesoro para los amantes de su obra.
Una experiencia para todos, con cuidado
Curada por Fredrik Liew del Moderna Museet, la exposición incluye un programa educativo con visitas guiadas y talleres, apoyado por el Senado de Cultura de Berlín. Sin embargo, un aviso: los temas de desnudez, sexualidad, suicidio, violencia doméstica y drogas son centrales. Para familias, se recomienda Fire Leap, una pieza sobre la infancia, acompañada de una bolsa educativa (Well-y). “Visiten con menores juntos y mantengan el diálogo”, sugiere la organización.
Un canto a la vida, a pesar de todo
Entrar en This Will Not End Well es sumergirse en el alma de Nan Goldin: un lugar donde el dolor y la belleza coexisten, donde la ironía abraza la calidez. Desde las fiestas salvajes de los 70 hasta las luchas contra la adicción y el sida, su obra es un espejo de una generación y un grito por la justicia social. En Berlín, su hogar espiritual, esta retrospectiva no solo celebra su legado, sino que nos desafía a mirar de frente nuestras propias verdades. Hasta el 6 de abril de 2025, la Neue Nationalgalerie te espera con una experiencia que no termina bien, sino que transforma.
Para saber más de Nan Goldin
Nan Goldin, nacida Nancy Goldin el 12 de septiembre de 1953 en Washington D.C., es una de las fotógrafas más influyentes del siglo XX y XXI, una artista cuya obra trasciende el medio para convertirse en un testimonio visceral de la vida, el amor, la pérdida y la lucha. Su lente ha capturado lo crudo y lo bello de la experiencia humana, desde las noches bohemias de Nueva York hasta las heridas de la adicción y el sida, dejando un legado que resuena en el arte, la moda y el activismo social.
Goldin creció en una familia judía de clase media en Lexington, Massachusetts, un suburbio de Boston. Su infancia estuvo profundamente marcada por el suicidio de su hermana mayor, Barbara, en 1965, cuando Nan tenía apenas 11 años. Barbara, de 18 años, se quitó la vida en una vía de tren tras años de rebeldía y conflictos familiares, un evento que Goldin ha descrito como el detonante de su necesidad de documentar la vida. “Después de que mi hermana murió, me obsesioné con no olvidar nada”, confesó años después. Esta pérdida la llevó a huir de casa a los 14 años, viviendo en hogares adoptivos y comunidades alternativas, donde encontró refugio entre marginados y artistas.
A los 15 años, mientras asistía a la Satya Community School en Lincoln, Massachusetts, un profesor le regaló su primera cámara, una Polaroid. Fue el inicio de una relación simbiótica con la fotografía, un medio que le permitió capturar y preservar los momentos que temía perder. En 1973, se matriculó en la School of the Museum of Fine Arts de Boston, donde pasó de la Polaroid a diapositivas en color de 35 mm, desarrollando el estilo íntimo y saturado que definiría su carrera.
Nueva York: El epicentro de The Ballad
En 1978, Goldin se mudó a Nueva York, atraída por el vibrante Lower East Side, un barrio de artistas, drag queens, músicos y adictos que se convirtió en su hogar y su musa. Allí comenzó The Ballad of Sexual Dependency, su obra maestra, un proyecto que empezó como instantáneas de su círculo íntimo y evolucionó en una proyección (slideshow) de cientos de imágenes acompañadas de una banda sonora ecléctica —de Maria Callas a The Velvet Underground—. Fotografió a sus amigos en momentos de euforia, sexo, soledad y violencia doméstica, incluyendo autorretratos como el icónico Nan One Month After Being Battered (1984), donde muestra su rostro golpeado por su entonces pareja, Brian. “Quería que fuera un registro de mi vida real, no una fantasía”, dijo.
Publicada como libro en 1986, The Ballad documenta una generación previa al sida, pero pronto se convirtió en un réquiem cuando la enfermedad devastó a sus amigos. Goldin capturó sus muertes y su dolor, como en las imágenes de Cookie Mueller o David Wojnarowicz, amigos fallecidos por el virus. Este trabajo no solo es arte; es historia viva, un archivo de una comunidad que el mundo mainstream ignoró.
Berlín y el mundo: Una vida nómada
En 1991, Goldin recibió una beca DAAD y se mudó a Berlín, una ciudad que marcó un antes y un después en su vida. “Los mejores años de mi vida fueron en Berlín”, afirmó en 2010. Allí encontró un hogar espiritual, un lugar donde se sentía cómoda y amada, y regresó repetidamente tras su estancia inicial. Su conexión con la ciudad se remonta a 1982, cuando el cine Arsenal proyectó The Ballad, y se reforzó con exposiciones como la retrospectiva This Will Not End Well en la Neue Nationalgalerie (2024-2025).
A lo largo de los años, Goldin vivió entre Nueva York, París y Berlín, siempre fotografiando a sus amigos y amantes. En los 90, exploró la comunidad trans en The Other Side, rindiendo homenaje a figuras como Greer Lankton, y en 2004 creó Sisters, Saints and Sibyls, un tributo a su hermana Barbara que aborda el suicidio y el trauma familiar. Su obra se expandió con proyecciones como Fire Leap (infancia), Memory Lost (adicción) y Sirens (éxtasis químico), mostrando su habilidad para revisitar y reeditar su vida a través del arte.
Adicción, activismo y P.A.I.N.
La vida de Goldin no estuvo exenta de oscuridad. En los 90 y 2000, luchó contra la adicción a las drogas, un tema recurrente en su trabajo. En 2014, tras una cirugía de muñeca, se volvió dependiente de los opioides, particularmente OxyContin, recetado por médicos. Sobrevivió a una sobredosis en 2017 y, tras rehabilitarse, canalizó su experiencia en activismo. Ese año fundó P.A.I.N. (Prescription Addiction Intervention Now), un grupo que responsabiliza a la familia Sackler, dueña de Purdue Pharma, por la crisis de opioides en Estados Unidos. Sus protestas, como arrojar frascos de pastillas falsas en museos, obligaron a instituciones como el Louvre y el Met a borrar el nombre Sackler de sus paredes, un triunfo que mezcla arte y justicia social.
Legado y reconocimiento
Con exposiciones en el MoMA, el Whitney y una gira internacional de This Will Not End Well (2022-2026), Goldin es una figura ineludible. Su influencia se ve en la fotografía de moda (Juergen Teller, Peter Lindbergh) y en generaciones de artistas que adoptaron su estilo confesional. Premios como el Hasselblad Award (2007) y su ingreso a la National Women’s Hall of Fame (2022) reconocen su impacto, pero su verdadero legado es humano: dar voz a los invisibles.
Hoy, a sus 71 años, Goldin sigue creando desde Nueva York, donde reside. “Fotografío para no perder a las personas que amo”, dijo alguna vez. Su obra —un archivo de amor, dolor y resistencia— asegura que esas vidas, y la suya, nunca se olviden.
Para más información sobre actividades cerca de este museo se puede ver Visit Berlin